Técnicos del INTA Bordenave –Buenos Aires– evalúan la producción y calidad nutricional de silajes de planta entera, elaborados con distintos tipos de cebada, para alimentar los rodeos bovinos del sudoeste bonaerense.
En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, la intensificación ganadera impulsa a los productores a pensar en alternativas para alimentar al ganado. Debido a la cantidad de materia seca que produce la cebada, técnicos del INTA Bordenave evalúan la producción de forraje y la calidad de los silajes confeccionados con la planta entera.
“El silaje de planta entera es una manera de realizar una reserva de forraje que consiste en cortar el cultivo a nivel del suelo en un determinado estado fenológico”, señaló Federico Moreyra, investigador de esa unidad del INTA, quien explicó: “realizando exitosamente el proceso de ensilado seremos capaces de mantener lo mejor posible la calidad de la biomasa verde cosechada”.
Los cereales de invierno presentan una mayor estabilidad en la producción de materia seca respecto a los cultivos de verano en ambientes semiáridos. Su incorporación como ensilaje de planta entera permitiría a los sistemas ganaderos cierta independencia del clima.
Por otro lado, “ofrecen ventajas sobre otros recursos forrajeros como la alfalfa, ya que pueden crecer en un amplio rango de condiciones climáticas y edáficas”, explicó el investigador del INTA y agregó: “Son cultivos más resistentes al frio y a las condiciones de sequía temporales, situación muy común en esta región del país”.
Ensayos realizados durante los últimos tres años en el campo experimental del INTA permitieron determinar que la cebada es el cereal de invierno con mejor balance entre productividad y calidad de forraje. Además, demostraron que el momento óptimo para realizar el corte es cuando el cultivo alcanza el estado de grano lechoso-pastoso (30-35 % de humedad).
“Bajo estas condiciones podremos obtener un silaje cuyo contenido de proteína bruta alcance valores del 9 %, esto lo convierte en una alternativa válida para planteos con vacas que atraviesen el último tercio de gestación”, ejemplificó Moreyra y aclaró: “En planteos con mayores requerimientos proteicos, como una recría, será necesario una suplementación proteica adicional”.
De acuerdo con el investigador del INTA, la cebada se presenta como la especie más promisoria con destino a la confección de ensilajes de planta entera, en comparación con otras especies como avena, triticale, centeno y trigo.
“De todos modos, es importante considerar la elección del cultivar dentro de la especie cebada, debido a que varía su composición química y morfológica lo cual influye en la digestibilidad de los nutrientes”, aseguró Moreyra.
“Ante la escasez de trabajos generados en el sudoeste bonaerense, nos propusimos analizar el silaje de planta entera de cebada y evaluar a su vez si las cebadas cerveceras (malteras), forrajeras (pastoriles) y graníferas son capaces de producir forraje de calidad de manera equivalente”, expresó Moreyra.
En este sentido, Moreyra y su equipo en conjunto con el grupo de Producción Animal de la EEA INTA Bordenave se centraron en estudiar la aptitud para ensilaje que poseen diferentes genotipos de cebada (Hordeum vulgare L.) mediante la determinación de la producción de biomasa, el análisis químico del silaje producido (microsilos) y el estudio de la composición morfológica de las plantas al momento del corte”, manifestó Moreyra.
Para el análisis se evaluaron seis cebadas graníferas (Sara INTA, 7302 INTA, Silera INTA, Josefina INTA y 2 líneas experimentales), tres cebadas pastoriles (Rayen INTA, Huilen INTA y Mariana INTA) y una cebada cervecera-maltera (Scarlett). El rendimiento promedio de materia seca por hectárea fue de 11.661 kilogramos, “un resultado más que aceptable para la especie, el momento de año y la región”, indicó Moreyra.
Las cebadas disponibles en el mercado tienen un potencial de producción de forraje a conservar de 14.000 kilos de materia seca por hectárea. Sin embargo, la diferencia entre cultivares pastoriles y graníferos o cerveceros radica principalmente en los parámetros de calidad.
“Si el sistema ganadero demanda volumen de forraje, se debe pensar en cultivares pastoriles; mientras que cuando el sistema requiere un mejor balance entre volumen de forraje y calidad, se deberán utilizar cultivares graníferos o cerveceros”, apuntó el investigador del INTA.
Luego de tres años de evaluación, se puede afirmar que los cultivares Sara INTA (inscripta en 2015) y Silera INTA (inscripta en 2016) serían los más promisorios para realizar ensilajes de alta calidad de planta entera, debido a que poseen el mejor balance entre rendimiento de forraje y calidad. Con estos cultivares los parámetros de calidad mejoran sensiblemente debido a la alta proporción de espigas que posee su biomasa aérea y porque poseen mejor relación hoja-tallo y espiga-tallo.
“Los resultados nos muestran la importancia que tiene elegir correctamente el cultivar a sembrar según el objetivo de interés y, por otro lado, los grandes avances que logró el INTA a través del mejoramiento genético en los últimos 10 años”, acentuó Moreyra.
Los cultivares Sara INTA y Silera INTA son comercializados mediante un convenio de vinculación tecnológica por las empresas Acopio Arequito S.A. y Seedar, respectivamente. Ambos poseen excelente adaptación a los más diversos ambientes de la Argentina, no requieren de un contrato con la industria maltera, tienen altísimo potencial productivo –para confeccionar reservas de forraje– y permiten abastecer la demanda del mercado de grano forrajero, si el cultivo es destinado a cosecha.